SABINO, Carlos.
Cómo hacer una Tesis (Guía para elaborar y redactar trabajos científicos).
Caracas, Editorial PANAPO, 1987. Capítulos 6. Disponible en http://www.perio.unlp.edu.ar/seminario/bibliografia/Sabino-Carlos.pdf
ELABORACIÓN DE
DOCUMENTOS CIENTÍFICOS – ELECCIÓN DEL TEMA
1.
Planteamiento del problema
Un problema de investigación es, por otra parte, un conjunto de
interrogaciones que nos hacemos en relación a algún aspecto de la realidad. Es
algo que, precisamente, no conocemos, acerca de lo cual nos formulamos
preguntas, puesto que no existe todavía un conocimiento establecido al
respecto. Por ello el problema se plantea al investigador también como sujeto,
como una inquietud o deseo de saber, en tanto que un área temática existe de
por sí, como producto del conocimiento ya acumulado. Ya no es hoy un problema
de investigación determinar la distancia que media entre la Tierra y el Sol,
aunque sí lo fue hace algunos siglos; pero sigue siendo un área temática para
los astrónomos todo lo relativo al conocimiento de la órbita terrestre. Son
problemas de investigación o de conocimiento, del mismo modo, el saber por qué
un determinado material posee cierto coeficiente de elasticidad o averiguar la
forma en que ha evolucionado la tasa de divorcio en una sociedad concreta.
2.
Criterios de selección
En muchos casos, dentro de la vida científica y académica, la
selección del tema no es realizada por el propio investigador: hay líneas de
indagación que fijan los equipos de trabajo, departamentos o institutos, temas
que son propuestos o exigidos durante la práctica docente y problemas de
investigación que se presentan de un modo casi natural, remitiendo sin mayor esfuerzo
hacia un área temática específica. Pero esto no es siempre así y, especialmente
en el caso de las tesis, las cosas se presentan muchas veces de un modo
totalmente diferente.
Para el tesista que no encuentra un asesoramiento oportuno o bien
calificado siempre es una tarea riesgosa la de determinar el tema que servirá
de eje a su tesis, pues de su decisión dependerá el tipo de trabajo a realizar
durante un lapso relativamente largo y la misma calidad de su resultado final.
Por ello estamos habituados a la típica angustia de quienes, en pre o
postgrado, se enfrentan a la tarea de comenzar un derrotero al que perciben
como peligroso y plagado de dificultades.
3.
Tipos de tesis
El planteamiento de un problema, por otra parte, está estrechamente
relacionado con otra decisión que debe hacer el tesista: la de definir el tipo
de investigación que irá a realizar. De la clase de problemas de conocimiento a
resolver surgirán, naturalmente, los objetivos de la indagación, pues si bien
el fin de ésta es responder en general a los interrogantes planteados, este
fin, en términos concretos, se expresa en los objetivos que se definen para el
trabajo de investigación. Los objetivos son, a su vez, el elemento que más
claramente nos indica el tipo de investigación que se efectúa.
En primer lugar, debemos decir que no existe un criterio único,
exhaustivo, que nos permita abarcar toda la amplia gama de investigaciones
científicas que se realizan; ellas pueden clasificarse atendiendo a diversos
aspectos simultáneamente, con lo cual se oscurecen las líneas divisorias que
pudieran trazarse entre los diversos tipos. En segundo lugar, hay que agrega
que, en realidad, no existe un acuerdo entre los diversos autores con respecto
a este tema, por lo que es fácil encontrar posiciones hasta cierto punto
discrepantes. Hecha esta advertencia pasemos, ahora sí, a considerar algunos
tipos básicos de investigación.
Son
investigaciones exploratorias aquéllas que sólo se proponen alcanzar una visión
general, aproximativa, del tema en estudio. Se realizan generalmente cuando
predomina alguna de las siguientes circunstancias: a) el tema escogido ha sido
poco estudiado hasta el momento y no existe sobre el mismo un conocimiento tal
que permita formular hipótesis precisas o hacer una descripción sistemática; b)
cuando aparecen, en un campo de estudios determinado, nuevos fenómenos que, o
bien no se conocen aun exactamente, o bien no se comprenden a cabalidad sobre
la base de las teorías existentes.
Las
investigaciones descriptivas se proponen conocer grupos homogéneos de fenómenos
utilizando criterios sistemáticos que permitan poner de manifiesto su
estructura o comportamiento. No se ocupan, pues, de la verificación de
hipótesis, sino de la descripción de hechos a partir de un criterio o modelo
teórico definido previamente. A nuestro entender, sobre ellas es que se edifica
una enorme proporción del conocimiento científico: sin las pacientes y
cuidadosas descripciones de astrónomos o naturalistas, por ejemplo, resultarían
inconcebibles las modernas teorías que organizan hoy el conocimiento de esas
ciencias. [V. Sabino, Los Caminos., Op. Cit., pp. 33 y ss.] A pesar de esto es
preciso advertir al lector que, en muchas escuelas y carreras universitarias,
se tiende a desestimar tal tipo de investigación. Hay quienes tienden a pensar
-guiados por un criterio que no compartimos, y que parece exhibir cierto
desconocimiento en materia de historia de la ciencia- que sólo las indagaciones
explicativas, con rigurosa prueba de hipótesis, merecen el nombre de investigación
científica. El tesista, entonces, se ve limitado a encontrar su problema dentro
de ese ámbito más reducido.
Ya acabamos de
referirnos a las investigaciones explicativas. Anotemos que ellas se proponen,
mediante la prueba de alguna hipótesis, encontrar relaciones entre variables
que nos permitan conocer por qué y cómo se producen los fenómenos en estudio.
Este tipo de trabajo implica, entonces, que los objetos a estudiar ya son
conocidos de un modo suficiente, es decir, que contamos con una descripción de
los mismos. De otro modo no podríamos elaborar hipótesis precisas, que pudieran
ser puestas a prueba, o trabajaríamos meramente al tanteo, casi
especulativamente, o mediante ensayos y errores.
PROYECTANDO LA
INVESTIGACIÓN
1.
Actividades iniciales
Un problema de
investigación bien definido no se suele plantear, por lo general, en el primer
intento. La definición del área temática a trabajar, inclusive, suele hacerse
inicialmente de un modo provisional, algo impreciso, que deja abiertas todavía
bastantes posibilidades. Esto es así porque el investigador -salvo en casos
excepcionales- va decidiendo el perfil del trabajo a realizar de un modo
gradual, mediante aproximaciones sucesivas que lo van acercando al proyecto que
en definitiva será ejecutado.
Los señalamientos
que acabamos de hacer tienen por objeto hacer conscientes a los lectores de los
escollos de la labor que emprenden: siempre el comienzo de una investigación es
su parte más difícil, el punto en que nuestras ideas parecen más confusas, el
momento en que ella parece inabordable y todo se presenta como en desorden.
Llegado a este
punto deberá seguir una primera recomendación, elemental en sí pero no por ello
menos importante: tendrá que leer lo más posible sobre el tema -preferiblemente
guiado por alguna persona experta la materia que lo ilustre sobre las
características de la bibliografía existente- y discutir, con quienes conocen
el área, sobre sus inquietudes y posibilidades de trabajo. En este momento,
probablemente, recibirá su primera sorpresa, cuando encuentre que lo que él
creía un campo de trabajo bien preciso se le muestre en realidad como un
agregado de innumerables temas, cada uno de los cuales puede tener a su vez una
bibliografía profusa.
¿Qué hacer
entonces? Se impone, por supuesto, una redefinición de su problema. Resulta
evidente que éste no podrá ser abordado así, en términos generales, sino que
tendrá que ser de algún modo parcelado, porque exhibe -visto de cerca- una
complejidad y una extensión insospechadas. Hay quienes, llegados a este punto,
se resisten a delimitar el ámbito de sus estudios. Piensan, a veces mal
asesorados, que en tal caso perderían la indispensable visión del conjunto y
que por tanto sus resultados carecerían de todo interés y valor general. El
argumento, aunque parezca irreprochable, amenaza en realidad con llevarnos a un
callejón sin salida. No hay que perder de vista de una tesis representa una
investigación, no la totalidad de las investigaciones, y que nada se avanza
negando la realidad y tratando de tomar como único un problema de conocimiento
que es de hecho una síntesis de diversos problemas más concretos.
2.
Anteproyecto
Conviene que
consideremos con algún detalle este peculiar tipo de trabajo científico, tan
importante para el quehacer de todo investigador y tan frecuentemente
solicitado dentro de las prácticas académicas y profesionales. Investigar es,
como se ha visto, una tarea compleja y erizada de desafíos, que reclama un
esfuerzo intelectual considerable y sistemático. No se producen conocimientos nuevos
con la misma facilidad con que se elaboran nuevos bienes materiales en una
línea de montaje, puesto que no hay ningún procedimiento repetitivo que nos
asegure la obtención de conocimientos confiables y rigurosos.
En tal sentido
el método resulta una simple guía indicativa, un punto de referencia y consulta
que nos permite resolver ciertos problemas, avanzar cuando nos sentimos
desconcertados u organizar nuestra labor. Ello es evidentemente muy útil y
necesario, pero no es lo mismo que contar con un patrón o modelo fijo que nos
garantice de por sí que habremos de salir airosos en la difícil tarea de
conocer mejor la realidad.
El pre-proyecto
tiene la misión de anticipar, por lo tanto, algunas de las características
esenciales que habrá de tener la investigación a desarrollar. Entre ellas cabe
mencionar:
·
El problema alrededor del cual
se plantea;
·
Los objetivos que, en
consecuencia, se trazan;
·
Los fundamentos teóricos que la
sustentan y, eventualmente, las hipótesis a verificar;
·
Las líneas generales de la
metodología a desplegar.
Ya nos hemos
referido, con cierto detalle, a lo que representa plantearse un problema de
investigación. Hemos dicho que ello significa interrogarnos con respecto a
aspectos de la realidad que precisamente no se conocen. Cuando establecemos
estos interrogantes de un modo preciso, por escrito, vinculando las diversas
facetas que intervienen en la consideración de los mismos, podemos decir que
hemos logrado ya formular el problema de indagación que nos interesa. Esa
formulación es, comprensiblemente, parte esencial del anteproyecto.
Así como en el
planteamiento de un problema puede haber un interrogante central y otros
secundarios, subordinados a éste, así también podremos hablar de un objetivo
principal y varios otros derivados del mismo. Al primero suele llamársele
objetivo general, y a los que de él dependen objetivos específicos. Puede haber
más de un objetivo general, así como varios objetivos específicos que expresen
de un modo concreto el alcance de los generales. Es importante siempre que
exista una correspondencia entre ambos planos, de modo tal que la diferencia
entre lo general y lo específico señale una distinción en el nivel de
abstracción en que estamos trabajando y no elementos totalmente diferentes. En
ocasiones este proceso de ir trazando objetivos cada vez más concretos puede
implicar la definición de un tercer nivel de especificidad; deberá hablarse
entonces de objetivos sub-específicos o designarlos con algún otro término
semejante.
Si la
investigación planteada es de carácter explicativo, es decir, si se propone
averiguar las causas o condicionamientos de determinados fenómenos, nos veremos
precisados a elaborar una hipótesis, una proposición que exprese lo que
suponemos provoca los hechos que nos interesa explicar. Ella tendrá también una
relación muy directa con el problema planteado, pues será algo así como su
respuesta anticipada, la posible solución que creemos pueda satisfacer a las
preguntas iniciales.
Cabe recordar
que un anteproyecto es un documento breve, un primer papel de trabajo que
permite identificar y encauzar una investigación en gestación. Por ello ninguno
de los elementos mencionados al comienzo de esta sección tiene que ser
presentado con una larga y detallada exposición. Los antecedentes deben ser
apenas los indispensables para situarnos en el problema. Es preciso explicar en
esa sección qué se ha investigado hasta ahora en relación a nuestro tema de
estudio, intentando destacar, por cierto, el modo en que nuestro trabajo puede
significar un enriquecimiento de los conocimientos existentes y no una mera
repetición de trabajos anteriores. De ninguna manera hay que confundir los
antecedentes de la investigación a desarrollar con la historia de los temas u
objetos de estudio que se están tomando en cuenta. Cuando se expone además el
interés o utilidad que pueden llegar a tener los resultados esperados, o se
explica por qué nos preocupa especialmente el problema elegido, suele abrirse
otra sección, la llamada justificación. Los antecedentes y la justificación de
un anteproyecto -lo mismo es válido para un proyecto suelen colocarse al
comienzo del mismo, pues cumplen funcionalmente el mismo papel que en otros
casos desempeña la introducción. Luego de los antecedentes y de la
justificación se pasa a plantear, directamente, el problema a investigar. Ello
también se hace de un modo breve, aunque no simplemente enunciando una frase o
una pregunta, sino explicando sucintamente el sentido del mismo. Puede
continuarse luego con la exposición de los objetivos que se han fijado y con la
presentación de las hipótesis. Antes de ello, sin embargo, conviene agregar una
breve sección donde se expongan los fundamentos teóricos que sustentan la
hipótesis o dentro de los cuales se enmarca el problema. No se trata de elaborar
un completo marco teórico, con todos los detalles que tal cosa supone, sino de
informar al lector de las bases conceptuales de las que partimos, de los
autores, teorías o proposiciones generales dentro de las cuales situamos
nuestro trabajo de indagación. La sección referente a la metodología
normalmente contiene una formulación esquemática del procedimiento general a
desarrollar para probar las hipótesis o realizar la descripción. Es importante,
sobre todo, especificar el tipo básico de diseño a emplear, indicando si será
bibliográfico o de campo, si se realizará un experimento, una encuesta u otro
tipo de trabajo de campo en particular. Puede hacerse algún señalamiento con
respecto a las técnicas de recolección o de análisis de datos, pero sin entrar
en pormenores técnicos. La bibliografía será igualmente una indicación somera
del tipo de lecturas ya efectuado, en curso de realización o que se prevé
efectuar próximamente. En todo caso en un anteproyecto valen mucho más la
concisión, la rigurosidad de expresión y el esfuerzo de síntesis que las
minuciosas explicaciones o las digresiones que nos apartan del hilo conductor
fundamental. Ya habrá ocasión de incluir todo esto en el proyecto de
investigación o en el informe final que se presente luego de realizada la
indagación en sí.
3.
Proyecto de investigación
Un proyecto de
investigación es el plan definido y concreto de una indagación a realizar,
donde se encuentran especificadas todas sus características básicas. Aparecen
en el mismo, por lo tanto, algunas secciones que habitualmente no se incluyen
en un anteproyecto, pero que dan una idea más acabada del trabajo práctico a
desplegar. Así tendremos, respetando un orden habitual:
·
Antecedentes y Justificación
del Problema
·
Planteamiento del Problema
·
Objetivos (generales y
específicos)
·
Elementos del Marco Teórico
·
Hipótesis (si fuesen
necesarias)
·
Metodología a Desarrollar (que
puede incluir información acerca de técnicas de recolección y/o de análisis)
·
Recursos Necesarios y
Presupuesto
·
Plan de Trabajo y Cronograma
·
Bibliografía
Para concluir,
daremos unas breves indicaciones de lo que se espera de las secciones más
prácticas de un proyecto, aquéllas que acabamos de mencionar. Un plan de
trabajo es, en esencia, un complemento a la metodología: equivale a una reseña
de las actividades que se irán desarrollando sucesivamente, indicando las ya
completadas, las que están en vías de ejecución y el orden de las que resta
efectuar. Es sumamente útil para los casos de investigaciones de laboratorio o
de campo, en especial cuando involucran acciones muy variadas o que se
interrelacionan directamente entre sí. Cuando el mismo se presenta
gráficamente, de un modo resumido, indicando los plazos previstos para la
ejecución de cada tarea, suele llamarse cronograma. Hemos elaborado, a modo de
ejemplo, un cronograma típico de una investigación que se desarrolla mediante
encuestas. Los cronogramas varían según el diseño que se utilice y de acuerdo a
muchos otros factores.
Si la indagación
proyectada requiere de una variedad de recursos materiales y humanos es
conveniente que el tesista o el investigador incluyan una lista detallada de
los mismos. Habrá que especificar en ella: los equipos, material de
laboratorio, instrumentos y reactivos que se necesitarán; los útiles y
materiales de oficina, así como los gastos que tienen relación con la
publicación del informe; los libros y revistas que es preciso adquirir, así
como los elementos necesarios para el registro de la información; los locales
requeridos o disponibles; los recursos humanos: personal administrativo,
investigadores, asistentes y ayudantes, etc. También es conveniente hacer
referencia a los viajes que será necesario efectuar y a los viáticos que ellos
implican. Cuando sea necesario -y ello es obvio en el caso de solicitudes de
financiamiento- deberán cuantificarse con cierta precisión todos los costos que
se asocien al uso de los recursos a emplear. La lista sistemática de los mismos
es el presupuesto de la investigación, que debe distribuirse además temporalmente,
indicando las fechas probables en que las distintas sumas se irán necesitando.
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