domingo, 29 de mayo de 2016

Información Teórica Unidad 1

SABINO, Carlos. Cómo hacer una Tesis (Guía para elaborar y redactar trabajos científicos). Caracas, Editorial PANAPO, 1987. Capítulos 6. Disponible en http://www.perio.unlp.edu.ar/seminario/bibliografia/Sabino-Carlos.pdf

ELABORACIÓN DE DOCUMENTOS CIENTÍFICOS – ELECCIÓN DEL TEMA

1.    Planteamiento del problema
Un problema de investigación es, por otra parte, un conjunto de interrogaciones que nos hacemos en relación a algún aspecto de la realidad. Es algo que, precisamente, no conocemos, acerca de lo cual nos formulamos preguntas, puesto que no existe todavía un conocimiento establecido al respecto. Por ello el problema se plantea al investigador también como sujeto, como una inquietud o deseo de saber, en tanto que un área temática existe de por sí, como producto del conocimiento ya acumulado. Ya no es hoy un problema de investigación determinar la distancia que media entre la Tierra y el Sol, aunque sí lo fue hace algunos siglos; pero sigue siendo un área temática para los astrónomos todo lo relativo al conocimiento de la órbita terrestre. Son problemas de investigación o de conocimiento, del mismo modo, el saber por qué un determinado material posee cierto coeficiente de elasticidad o averiguar la forma en que ha evolucionado la tasa de divorcio en una sociedad concreta.

2.    Criterios de selección
En muchos casos, dentro de la vida científica y académica, la selección del tema no es realizada por el propio investigador: hay líneas de indagación que fijan los equipos de trabajo, departamentos o institutos, temas que son propuestos o exigidos durante la práctica docente y problemas de investigación que se presentan de un modo casi natural, remitiendo sin mayor esfuerzo hacia un área temática específica. Pero esto no es siempre así y, especialmente en el caso de las tesis, las cosas se presentan muchas veces de un modo totalmente diferente.
Para el tesista que no encuentra un asesoramiento oportuno o bien calificado siempre es una tarea riesgosa la de determinar el tema que servirá de eje a su tesis, pues de su decisión dependerá el tipo de trabajo a realizar durante un lapso relativamente largo y la misma calidad de su resultado final. Por ello estamos habituados a la típica angustia de quienes, en pre o postgrado, se enfrentan a la tarea de comenzar un derrotero al que perciben como peligroso y plagado de dificultades.

3.    Tipos de tesis
El planteamiento de un problema, por otra parte, está estrechamente relacionado con otra decisión que debe hacer el tesista: la de definir el tipo de investigación que irá a realizar. De la clase de problemas de conocimiento a resolver surgirán, naturalmente, los objetivos de la indagación, pues si bien el fin de ésta es responder en general a los interrogantes planteados, este fin, en términos concretos, se expresa en los objetivos que se definen para el trabajo de investigación. Los objetivos son, a su vez, el elemento que más claramente nos indica el tipo de investigación que se efectúa.
En primer lugar, debemos decir que no existe un criterio único, exhaustivo, que nos permita abarcar toda la amplia gama de investigaciones científicas que se realizan; ellas pueden clasificarse atendiendo a diversos aspectos simultáneamente, con lo cual se oscurecen las líneas divisorias que pudieran trazarse entre los diversos tipos. En segundo lugar, hay que agrega que, en realidad, no existe un acuerdo entre los diversos autores con respecto a este tema, por lo que es fácil encontrar posiciones hasta cierto punto discrepantes. Hecha esta advertencia pasemos, ahora sí, a considerar algunos tipos básicos de investigación.
Son investigaciones exploratorias aquéllas que sólo se proponen alcanzar una visión general, aproximativa, del tema en estudio. Se realizan generalmente cuando predomina alguna de las siguientes circunstancias: a) el tema escogido ha sido poco estudiado hasta el momento y no existe sobre el mismo un conocimiento tal que permita formular hipótesis precisas o hacer una descripción sistemática; b) cuando aparecen, en un campo de estudios determinado, nuevos fenómenos que, o bien no se conocen aun exactamente, o bien no se comprenden a cabalidad sobre la base de las teorías existentes.
Las investigaciones descriptivas se proponen conocer grupos homogéneos de fenómenos utilizando criterios sistemáticos que permitan poner de manifiesto su estructura o comportamiento. No se ocupan, pues, de la verificación de hipótesis, sino de la descripción de hechos a partir de un criterio o modelo teórico definido previamente. A nuestro entender, sobre ellas es que se edifica una enorme proporción del conocimiento científico: sin las pacientes y cuidadosas descripciones de astrónomos o naturalistas, por ejemplo, resultarían inconcebibles las modernas teorías que organizan hoy el conocimiento de esas ciencias. [V. Sabino, Los Caminos., Op. Cit., pp. 33 y ss.] A pesar de esto es preciso advertir al lector que, en muchas escuelas y carreras universitarias, se tiende a desestimar tal tipo de investigación. Hay quienes tienden a pensar -guiados por un criterio que no compartimos, y que parece exhibir cierto desconocimiento en materia de historia de la ciencia- que sólo las indagaciones explicativas, con rigurosa prueba de hipótesis, merecen el nombre de investigación científica. El tesista, entonces, se ve limitado a encontrar su problema dentro de ese ámbito más reducido.
Ya acabamos de referirnos a las investigaciones explicativas. Anotemos que ellas se proponen, mediante la prueba de alguna hipótesis, encontrar relaciones entre variables que nos permitan conocer por qué y cómo se producen los fenómenos en estudio. Este tipo de trabajo implica, entonces, que los objetos a estudiar ya son conocidos de un modo suficiente, es decir, que contamos con una descripción de los mismos. De otro modo no podríamos elaborar hipótesis precisas, que pudieran ser puestas a prueba, o trabajaríamos meramente al tanteo, casi especulativamente, o mediante ensayos y errores.

PROYECTANDO LA INVESTIGACIÓN

1.    Actividades iniciales
Un problema de investigación bien definido no se suele plantear, por lo general, en el primer intento. La definición del área temática a trabajar, inclusive, suele hacerse inicialmente de un modo provisional, algo impreciso, que deja abiertas todavía bastantes posibilidades. Esto es así porque el investigador -salvo en casos excepcionales- va decidiendo el perfil del trabajo a realizar de un modo gradual, mediante aproximaciones sucesivas que lo van acercando al proyecto que en definitiva será ejecutado.
Los señalamientos que acabamos de hacer tienen por objeto hacer conscientes a los lectores de los escollos de la labor que emprenden: siempre el comienzo de una investigación es su parte más difícil, el punto en que nuestras ideas parecen más confusas, el momento en que ella parece inabordable y todo se presenta como en desorden.
Llegado a este punto deberá seguir una primera recomendación, elemental en sí pero no por ello menos importante: tendrá que leer lo más posible sobre el tema -preferiblemente guiado por alguna persona experta la materia que lo ilustre sobre las características de la bibliografía existente- y discutir, con quienes conocen el área, sobre sus inquietudes y posibilidades de trabajo. En este momento, probablemente, recibirá su primera sorpresa, cuando encuentre que lo que él creía un campo de trabajo bien preciso se le muestre en realidad como un agregado de innumerables temas, cada uno de los cuales puede tener a su vez una bibliografía profusa.
¿Qué hacer entonces? Se impone, por supuesto, una redefinición de su problema. Resulta evidente que éste no podrá ser abordado así, en términos generales, sino que tendrá que ser de algún modo parcelado, porque exhibe -visto de cerca- una complejidad y una extensión insospechadas. Hay quienes, llegados a este punto, se resisten a delimitar el ámbito de sus estudios. Piensan, a veces mal asesorados, que en tal caso perderían la indispensable visión del conjunto y que por tanto sus resultados carecerían de todo interés y valor general. El argumento, aunque parezca irreprochable, amenaza en realidad con llevarnos a un callejón sin salida. No hay que perder de vista de una tesis representa una investigación, no la totalidad de las investigaciones, y que nada se avanza negando la realidad y tratando de tomar como único un problema de conocimiento que es de hecho una síntesis de diversos problemas más concretos.

2.    Anteproyecto
Conviene que consideremos con algún detalle este peculiar tipo de trabajo científico, tan importante para el quehacer de todo investigador y tan frecuentemente solicitado dentro de las prácticas académicas y profesionales. Investigar es, como se ha visto, una tarea compleja y erizada de desafíos, que reclama un esfuerzo intelectual considerable y sistemático. No se producen conocimientos nuevos con la misma facilidad con que se elaboran nuevos bienes materiales en una línea de montaje, puesto que no hay ningún procedimiento repetitivo que nos asegure la obtención de conocimientos confiables y rigurosos.
En tal sentido el método resulta una simple guía indicativa, un punto de referencia y consulta que nos permite resolver ciertos problemas, avanzar cuando nos sentimos desconcertados u organizar nuestra labor. Ello es evidentemente muy útil y necesario, pero no es lo mismo que contar con un patrón o modelo fijo que nos garantice de por sí que habremos de salir airosos en la difícil tarea de conocer mejor la realidad.
El pre-proyecto tiene la misión de anticipar, por lo tanto, algunas de las características esenciales que habrá de tener la investigación a desarrollar. Entre ellas cabe mencionar:
·         El problema alrededor del cual se plantea;
·         Los objetivos que, en consecuencia, se trazan;
·         Los fundamentos teóricos que la sustentan y, eventualmente, las hipótesis a verificar;
·         Las líneas generales de la metodología a desplegar.

Ya nos hemos referido, con cierto detalle, a lo que representa plantearse un problema de investigación. Hemos dicho que ello significa interrogarnos con respecto a aspectos de la realidad que precisamente no se conocen. Cuando establecemos estos interrogantes de un modo preciso, por escrito, vinculando las diversas facetas que intervienen en la consideración de los mismos, podemos decir que hemos logrado ya formular el problema de indagación que nos interesa. Esa formulación es, comprensiblemente, parte esencial del anteproyecto.
Así como en el planteamiento de un problema puede haber un interrogante central y otros secundarios, subordinados a éste, así también podremos hablar de un objetivo principal y varios otros derivados del mismo. Al primero suele llamársele objetivo general, y a los que de él dependen objetivos específicos. Puede haber más de un objetivo general, así como varios objetivos específicos que expresen de un modo concreto el alcance de los generales. Es importante siempre que exista una correspondencia entre ambos planos, de modo tal que la diferencia entre lo general y lo específico señale una distinción en el nivel de abstracción en que estamos trabajando y no elementos totalmente diferentes. En ocasiones este proceso de ir trazando objetivos cada vez más concretos puede implicar la definición de un tercer nivel de especificidad; deberá hablarse entonces de objetivos sub-específicos o designarlos con algún otro término semejante.
Si la investigación planteada es de carácter explicativo, es decir, si se propone averiguar las causas o condicionamientos de determinados fenómenos, nos veremos precisados a elaborar una hipótesis, una proposición que exprese lo que suponemos provoca los hechos que nos interesa explicar. Ella tendrá también una relación muy directa con el problema planteado, pues será algo así como su respuesta anticipada, la posible solución que creemos pueda satisfacer a las preguntas iniciales.
Cabe recordar que un anteproyecto es un documento breve, un primer papel de trabajo que permite identificar y encauzar una investigación en gestación. Por ello ninguno de los elementos mencionados al comienzo de esta sección tiene que ser presentado con una larga y detallada exposición. Los antecedentes deben ser apenas los indispensables para situarnos en el problema. Es preciso explicar en esa sección qué se ha investigado hasta ahora en relación a nuestro tema de estudio, intentando destacar, por cierto, el modo en que nuestro trabajo puede significar un enriquecimiento de los conocimientos existentes y no una mera repetición de trabajos anteriores. De ninguna manera hay que confundir los antecedentes de la investigación a desarrollar con la historia de los temas u objetos de estudio que se están tomando en cuenta. Cuando se expone además el interés o utilidad que pueden llegar a tener los resultados esperados, o se explica por qué nos preocupa especialmente el problema elegido, suele abrirse otra sección, la llamada justificación. Los antecedentes y la justificación de un anteproyecto -lo mismo es válido para un proyecto suelen colocarse al comienzo del mismo, pues cumplen funcionalmente el mismo papel que en otros casos desempeña la introducción. Luego de los antecedentes y de la justificación se pasa a plantear, directamente, el problema a investigar. Ello también se hace de un modo breve, aunque no simplemente enunciando una frase o una pregunta, sino explicando sucintamente el sentido del mismo. Puede continuarse luego con la exposición de los objetivos que se han fijado y con la presentación de las hipótesis. Antes de ello, sin embargo, conviene agregar una breve sección donde se expongan los fundamentos teóricos que sustentan la hipótesis o dentro de los cuales se enmarca el problema. No se trata de elaborar un completo marco teórico, con todos los detalles que tal cosa supone, sino de informar al lector de las bases conceptuales de las que partimos, de los autores, teorías o proposiciones generales dentro de las cuales situamos nuestro trabajo de indagación. La sección referente a la metodología normalmente contiene una formulación esquemática del procedimiento general a desarrollar para probar las hipótesis o realizar la descripción. Es importante, sobre todo, especificar el tipo básico de diseño a emplear, indicando si será bibliográfico o de campo, si se realizará un experimento, una encuesta u otro tipo de trabajo de campo en particular. Puede hacerse algún señalamiento con respecto a las técnicas de recolección o de análisis de datos, pero sin entrar en pormenores técnicos. La bibliografía será igualmente una indicación somera del tipo de lecturas ya efectuado, en curso de realización o que se prevé efectuar próximamente. En todo caso en un anteproyecto valen mucho más la concisión, la rigurosidad de expresión y el esfuerzo de síntesis que las minuciosas explicaciones o las digresiones que nos apartan del hilo conductor fundamental. Ya habrá ocasión de incluir todo esto en el proyecto de investigación o en el informe final que se presente luego de realizada la indagación en sí.

3.    Proyecto de investigación
Un proyecto de investigación es el plan definido y concreto de una indagación a realizar, donde se encuentran especificadas todas sus características básicas. Aparecen en el mismo, por lo tanto, algunas secciones que habitualmente no se incluyen en un anteproyecto, pero que dan una idea más acabada del trabajo práctico a desplegar. Así tendremos, respetando un orden habitual:

·         Antecedentes y Justificación del Problema
·         Planteamiento del Problema
·         Objetivos (generales y específicos)
·         Elementos del Marco Teórico
·         Hipótesis (si fuesen necesarias)
·         Metodología a Desarrollar (que puede incluir información acerca de técnicas de recolección y/o de análisis)
·         Recursos Necesarios y Presupuesto
·         Plan de Trabajo y Cronograma
·         Bibliografía

Para concluir, daremos unas breves indicaciones de lo que se espera de las secciones más prácticas de un proyecto, aquéllas que acabamos de mencionar. Un plan de trabajo es, en esencia, un complemento a la metodología: equivale a una reseña de las actividades que se irán desarrollando sucesivamente, indicando las ya completadas, las que están en vías de ejecución y el orden de las que resta efectuar. Es sumamente útil para los casos de investigaciones de laboratorio o de campo, en especial cuando involucran acciones muy variadas o que se interrelacionan directamente entre sí. Cuando el mismo se presenta gráficamente, de un modo resumido, indicando los plazos previstos para la ejecución de cada tarea, suele llamarse cronograma. Hemos elaborado, a modo de ejemplo, un cronograma típico de una investigación que se desarrolla mediante encuestas. Los cronogramas varían según el diseño que se utilice y de acuerdo a muchos otros factores.

Si la indagación proyectada requiere de una variedad de recursos materiales y humanos es conveniente que el tesista o el investigador incluyan una lista detallada de los mismos. Habrá que especificar en ella: los equipos, material de laboratorio, instrumentos y reactivos que se necesitarán; los útiles y materiales de oficina, así como los gastos que tienen relación con la publicación del informe; los libros y revistas que es preciso adquirir, así como los elementos necesarios para el registro de la información; los locales requeridos o disponibles; los recursos humanos: personal administrativo, investigadores, asistentes y ayudantes, etc. También es conveniente hacer referencia a los viajes que será necesario efectuar y a los viáticos que ellos implican. Cuando sea necesario -y ello es obvio en el caso de solicitudes de financiamiento- deberán cuantificarse con cierta precisión todos los costos que se asocien al uso de los recursos a emplear. La lista sistemática de los mismos es el presupuesto de la investigación, que debe distribuirse además temporalmente, indicando las fechas probables en que las distintas sumas se irán necesitando.

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